martes, 17 de marzo de 2009

A la memoria de José Antonio Padilla

http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/05/andalucia_malaga/1236284123.html



Duelo, tristeza y desconsuelo. Un compañero ha dado el último paso, José Antonio Padilla, descanse en paz.

Cesen las risas y comience el llanto.
Esta mesa en sepulcro se convierte.
Vivos y muertos, escuchad mi canto!

Mientras que vinos espumosos vierte
nuestra antigua amistad, en este día,
y con alegres brindis se divierte;

y en raudales se escapa la armonía;
y la insaciable gula se despierta
y va de flor en flor la poesía;

y el júbilo de todos se concierta
en una sola exclamación: gocemos!,
y gozamos... la muerte está a la puerta.


Ignacio Ramírez "El Nigromante"

lunes, 12 de enero de 2009

2009

Para el primer testimonio de 2009 debo dar cuenta de una gripe terrible que me tiene en cama desde hace cuatro días. De la enorme cantidad de trabajo en la que no parezco avanzar. En que se me paso el santo y el cumple de mas de uno. Y que por lo que concierne al clima la semana pasada tuvimos en Poitiers temperaturas de -10° con nieve que se hizo hielo y que ha dejado a toda la ciudad como un refri. Ojalá que pronto las cosas mejoren. Escuché un chiste que me pareció bastante gracioso:

Por qué los gallos no tienen manos?



R= Porque las gallinas no tienen senos.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Un dia de diciembre

Querido diario:

Por enésima vez no veo llagar la mia. Ya sé que no se puede tenerlo todo, pero después de todo todo para nada. Ya ni siquiera la primera clausula de Los Marranos aplica. Habria ahora que decir: "Si una vieja no te afloja, cogetela" Esa seria una verdadera clausula marrana.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Aforismo del año

Decía San Agustín: "La medida del amor es el amor sin medida"

viernes, 5 de diciembre de 2008

Frase de la semana:

Y la frase de esta semana es...

"Espérate flaca, aprietas"

domingo, 30 de noviembre de 2008

Dos de copas

Domingo aciago. En realidad el trabajo me abruma, pero siempre encuentro el tiempo de escribir unas lineas, de imaginar lo que estara haciendo la gente que estimo y de no hacer nada. Hace semanas que pienso en algo que me ocurrio exactamente el dia que regresé de Sevilla, después del Chilangoandaluz 2008. Sali de casa de Appu a mediodia para ir a dar un ultimo paseo por el centro de la ciudad de Sevilla antes de ir a tomar mi avion. Llegué hasta la esquina del Archivo de Indias y miré el tema de la exposicion en turno. Dudé y miré a la catedral. Quiza era tiempo de pasar a visitar por fin la malhabida tumba de Cristobal Colon. Caminé hasta la puerta de acceso pero el precio del boleto me hizo arrepentirme, por tercera vez consecutiva en tres años. Decidi mejor ir a buscar una cervecita con unas tapas y me dirigi hacia los bares cercanos a La Giralda rodeando por atras el edificio. Entre los pilotes de la acera una pareja se acercaba en mi direccion tomada de la mano. El tipo era de un aspecto bastante comun y la chica llevaba una sudadera con gorro que, extrañamente, llevaba cubriéndole la cabeza a pesar del calido mediodia sevillano. Miré un poco mas, como por curiosidad y me impresiono el rostro que vi. La belleza de esta muchacha era perturbadora. En todas las ciudades donde he estado puedo decir que nunca habia visto un rostro asi. Un calosfrio me sacudio. Mi consciencia se nublo, mi mirada se perdio en esas extraordinarias facciones. Apenas la miré un instante pero todo en mi quedo subvertido. Cualquiera se enamoraria de ese rostro, cualquiera veneraria a ese rostro, pocos escaparian de tal encanto y, sin embargo, esa mirada me lleno de tristeza. En esa cara no habia un solo rasgo de alegria. Las facciones ocultas bajo el gorro estaban cargadas de una melancolia y de un aire sombrio inopinado. Cuanto dolor habia en esa imagen (aqui lamanto no tener acentos ni signos de admiracion para expresar mis emociones).

Ese dia no pude pensar en otra cosa. Aun ahora la imagen me sigue perturbando. Es facil pensar que la belleza es sinonimo de felicidad y que la gente de rasgos superficialmente estéticos es mas suceptible de ser feliz que aquellos que no estamos dentro de la nocion materialista de la belleza. La mujer que vi era en su totalidad lo mas bello que jamas he visto, ni en las pinturas boticcelianas de Florencia. Y la tristeza que de ella emanaba no era momentanea, ni frivola. Ante mi habia un ser sufriente, si me premiten la expresion. Tuve un sentimiento que me ha conmovido hasta en sueños. Qué dolor conocia esa muchacha. Qué maldicion acosto su belleza en el fango, como diria Diaz Miron. Nunca lo sabré.

Quede en los anales de la nada este encuentro fortuito; yo levantaré mi vaso con Efrain Huerta una ultima vez por ese cumulo de belleza y sentimiento. No hay nada mas bello que el dolor sincero por sobre todas las cosas de por si bellas. Acaso no es también bello el sufrimiento? Por la muchacha triste, amigos mios.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Paris, antes del segundo recital Chilangoandaluz

El niño se cree poeta.

El celular sonó una hora antes de lo habitual. Eran las 5 de la mañana del martes 23 de octubre de 2007 y esta vez no me preparaba para ir a las clases de la facultad, como sucede todos los dias. Tenía que tomar el tren a Paris a las 7:49 y tenia todo fríamente calculado para llegar a tiempo a mi destino final en Sevilla a eso de las 3 de la tarde. Si todo salía bien a las 9:30 estaría en un café cercano a la Gare de Montparnase fumándome un cigarro y midiendo el tiempo para tomar el avión a Sevilla de las 12 y fracción, que el señor Appu Vergara había tenido a bien reservarme en España desde hacia dos semanas. Pues bien, me metí a bañar, me rasuré con el mayor cuidado, conciente de que la proxima vez podria ser hasta mi regreso a Francia;en dos semanas; tomé el desayuno con lo ultimo que habia dejado en el refri y le di un vistazo final a mi maleta para reflexionar otra vez si me llevaría el saco para dormir o no. Recordando la estancia del año pasado en la mansión del Appu, decidí finalmente llevar el esleeping, a pesar de que no quería ocupar mas espacio en la mochila, pues habia decidido viajar ligero. Cerré el estudio, bajé la calefacción al mínimo y dejé un recado a mi vecino colombiano Juan Pablo Yañez, para que aprovechara unos boletos para el Futuroscopio, que, después supe, nunca utilizo. A las 6:15 de la mañana ya estaba esperando el autobús que me llevaria a la estacion. El frio era notable y comenzaba a sentirme enfermo, ya que durante las ultimas dos semanas no habian puesto la puta calefacción en la residencia y tenia una tos de tuberculoso. El autobús llego unos minutos después y antes de las 7 de la manana ya estaba en la estacion. El frio aun adentro era insoportable, la unica tienda abierta era la del tabaco. Miré un buen rato las revistas, para aprovechar la climatizacion del sitio y después de media hora sali sin comprar nada luego de que tres adolescentes friolentos me hubieran robado mi sitio bajo el calefactor de la tienda cuando me descuidé para ir a leer los encabezados que estaban justo al lado del mostrador donde una linda muchacha recibia a los desmañanados con una sonrisa coqueta. Los minutos restantes en el andén me parecieron eternos. El tren venia de paso, desde Burdeos, y habia que estar al pendiente de su llegada. Soporté estoicamente la intemperie tras haberle gorreado un cigarro a una pareja que esperaba junto a mi. Cuando subi al vagon encontre que una mujer estaba placidamente dormida en mi asiento. La culpa la tenia yo porque siempre pido la ventana y a todo mundo termina por antojarsele mi sitio. Como habia varios lugares libres en el vagon la dejé dormir y me fui a sentar en otra parte. Qué tonto soy. Habia hombres en traje leyéndo el periodico, estudiantes con sus bufandas mal anudadas y gente de edad mayor mirando por la ventana. Comenzaba a quedarme dormido cuando el tren se detuvo minutos después en la primera escala: Angouleme. Una fila de gente entro y una señora llego a quitarme su asiento. La mujer que estaba en el mio seguia durmiendo y me fui a ocupar otro sitio libre. Minutos después el tren se detuvo en otra estacion y una chica, evidentemente parisina, bastaba verla para saber que lo era, se sento a mi lado. Para mi mala suerte tras de ella venia otro tipo que me levanto de su asiento inmediatamente. La mujer que ocupaba mi sitio seguia durmiendo y me fui al fondo del vagon, donde habia dos plazas desocupadas y desde donde podia ver sin problemas a la chica que hubiera podido ser mi guia ideal en la ciudad luz. Como ella se quedo dormida no tardé en hacer lo mismo. Desperté cuando el conductor anuncio el arribo a Paris. Me dio rabia constatar que no hubo control de boletos y que bien pude no haber pagado mi viaje. Sobre todo, luego de andar de un lado al otro a causa de la mujer que se habia puesto en mi lugar y que se desperto sin haberse despeinado ni un pelo. En cambio yo, parecia que acabada de salir de la cama, a decir de la expresión en mi rostro al pasar junto al reflejo de la ventana. Cuando el tren se detuvo fui a tomar mis cosas y bajé del tren. Caminé directo a la salida y un tipo que repartia un periodico gratuito me pidio unas monedas después de que yo me hubiera negado a coger el ejemplar que me ofrecia. Me negué una segunda vez no sin antes escuchar las consabidas injurias del vagabundo y caminé directo a un café que ya habia visto desde la primera vez que tomé el tren a Poitiers desde la Gare de Montparnasse. Mientras me empinaba la tacita miré de reojo la hora y conté tres horas antes de que mi avion saliera. Asi que me tomé el café tranquilo y me fui a mirar el mapa del metro para ver desde qué estacion salia el autobús directo al aeropuerto de Orly. La estacion de metro no quedaba lejos. Me meti el metro en Montparnasse y atravesé una alucinante cantidad de escaleras y pasillos rodantes (traduzco literalmente) hasta llegar al anden de la linea 6, direccion Nation. El metro llego en unos segundos, como de costumbre cuando no hay huelga, y minutos después ya estaba saliendo de la estacion de Denfert Rochereau. El Orlybus estaba listo para salir y me di prisa para ir a comprar mi boleto en la taquilla. Habia unas cuatro personas en la fila, pero por alguna razon nadie avanzaba. Los que llegaron después de mi se preguntaban qué sucedia y alcancé a escuchar que alguien respondia que habia un problema con la maquina impresora de billetes. Tras varios minutos de espera el taquillero dijo que compraramos el boleto directamente en el autobús. Todos abordamos y escogi un asiento en la parte trasera del camion articulado. Una vez que todo el mundo subio, el autobús arranco y la gente comenzo a pararse para ir a pagar su boleto de 6 euros 50. Tomando en cuenta que habia pagado en vano mi boleto de tren y que no habia dormido bien decidi viajar gratis hasta Orly. Los primeros minutos fueron estresantes por la espectativa de una inspeccion posible, pero una vez que el autobús dejo le zona urbana me senti mas calmado. Era mucho mas difícil que en esta zona subieran los controladores. Llegamos a Orly y descendi en la hasta la Terminal sur. Fui al modulo de información para preguntar por mi aerolínea y la empleada me contesto que me habia equivocado de Terminal pero que podia llegar caminando a la Terminal Este que estaba a cinco minutos a pie. Me dirigi hacia el camino peatonal indicado y me parecio ver frente a una de las computadoras del aeropuerto un rostro conocido. No le di importancia a la vision porque a pesar de mi peor paranoia y mi mas exasperado egocentrismo me parece absurdo pensar en encontrarme a alguien en un Aeropuerto de Paris. Ya afuera de la Terminal Sur segui por el camino peatonal que conecta ambas terminales y a eso de las 11 de la manana ya estaba en el sitio correcto. Como es natural, el tiempo vuela en los aeropuertos. Ya me super andaba por irme a echar una firma y perdi 20 minutos buscando un baño abierto a las 10 de la mañana. Veinte minutos mas tarde sali xel retrete bastante mas ligero. Fue entonces cuando decidi que ya era tiempo de ir a buscar el mostrador de mi aerolínea. Una vez mas me parecio ver a un trotamundos bastante familiar entre la gente. Entonces consideré que las ganas de darme un buen gayakso en Sevilla ya estaba enturbiandome el pensamiento. Caminé tranquilamente hasta la fila del mostrador. Di el bonjour obligado a la chica que controlaba el acceso y me pasé muy campante hasta la recepcion de maletas. Entregué mi pasaporte (vieran que buena mica le compré) y una copia de la reservación que el Appu me habia hecho llegar gratuitamente gracias a los patrocinadores del Chilangoandaluz. Ya habia puesto mi mochila en la banda automatica, y hasta la habia metido en una bolsita bastante resistente, que la empleada me habia proporcionado muy mona, cuando ésta me comunico que habia un muy pequeño problema con mi reserva (aquí ofrezco otra vez una traducción literal de sus palabras). Salio y llego acompanada de su jefa, quien me saludo en español (cosa que ya anunciaba un problema grave) y me comunico que la agencia del Corte Inglés, la misma en la que el Appu habia tenido la amabilidad de comprar mi boleto gracias a los patrocinadores del Chilangoandaluz, habia cancelado mi reserva, sin explicarme las causas, porque no estaba en sus manos conocerlas., qué hijos de puta (la agencia, la compañia y el comité organizador del Chilangoandaluz). Saqué mi maleta de la bolsa de plastico con una cara de pendejo que se me caia de verguenza y que se veia reflejada en el rostro de las empleadas que me observaban con pena ajena y le di las gracias sin entender claramente lo que estaba pasando. Busqué el modulo de ventas de la aerolinea y fui a hacerselas de a pedo. Lo unico que hicieron por mi fue responderme (en español claro esta) que llamara a la agencia de viajes donde se hizo la reserva. También me comentaron que habia otro pasajero con el mismo problema. Hasta me dijeron su nombre, por si de casualidad lo conocia. Qué viejas tan pendejas. Las vi con una de esas miradas de aguila que me mamo cuando comienzo a encabronarme y le respondi que evidentemente no conocia a nadie con ese nombre. Ni si quiera tenia que esforzarme en darle vueltas a sus palabras porque era evidente que no conocia a nadie en Paris que en ese momento tuviera que tomar un vuelo a Sevilla y que estuviera pasando por el mismo malviaje que yo. Llamé al Appu desde mi celular. Le conté el pedo y me contesto que llamaria a la agencia, luego de que empezara a cagarme a mi, como si yo tuviera la culpa. Busqué el numero del Corte Inglés y crei que ya estaba alucinando gravemente cuando vi que uno de los chacales mas peligrosos de la Facultad de Filosofia y Letras, uno de esos vagos de los que me encontraba siempre en los reventones mas decadentes y en los bellos fumatorios del campo universitario, el poeta Jorge Morales, insigne editor de la no menos afamada revista literaria Lenguaraz (literatura para no leer) se ponia a mi lado en el mostrador con la misma cara de pendejo que de seguro tenia yo. Colgué el teléfono automáticamente y lo miré estupefacto. Seguramente ese vago era el otro pasajero que tenia el mismo problema que yo. No habia que ser genio para saber que si te encuentras a un vago de filos en cualquier parte del mundo las cosas tienen que salir mal. Ya no sé que nos dijimos. Yo al muchacho solo lo habia cruzado una y otra vez por los pasillos, los jardines, los revens, y raramente, las aulas de filos, pero de igual manera, al mirarnos algo similar a la alegria se veia dibujarse en nuestros rostros. Senti la mirada de la empleada de Air Europe que me vei con cara de “te lo dije guey”. Ambos, el vago y yo, sabiamos que la mala suerte nos habia reunido en el lugar menos esperado. Luego de haber atravezado los mismos pasillos durante años y compartir las mismas amistades y quién sabe cuantas cosas mas, sin jamas haber hecho amistad, el destino nos obligaba a colaborar por primera vez. Nos pusimos a lado de un teléfono publico y todo fue en vano. En vano cagamos a las pinches viejas del Corte Inglés. Una hasta nos dijo que no teniamos nada que hacer en Orly si nuestro vuelo salia desde Charles de Gaulle exactamente a esa misma hora. El comentario hizo que Jorge se encabronara y le contestara que no se le habia ocurrido hacer una visita turistica a Orly si no fuera porque teniamos una reservación que ellos, idiotas, habian cancelado sin razon.

Ya era mediodia y las senoritas querian que atravezaramos Paris hasta el aeropuerto Charles de Gaulle nada mas para ir a perder un avion que salia a la misma hora, haganme el favor, lo que es la ignorancia. Esas rancheras andaluzas no sabian que la travesia a la que nos arrojaban toma al menos una hora y que por lo menos cuesta 10 euros por cabeza.

El Appu no daba crédito. Ibamos a perdernos la segunda aparicion en publico de los poetas pluscuamperfectos y yo no iba a estar. Qué putada. Por otra parte, bastaba mirar a Jorge para saber que no traia un centavo en el bolsillo. Atravezamos de cualquier modo todo Paris hasta Charles de Gaulle sin pagar un céntimo (terminomogia europea de los centavos), gracias a las artimañas de Jorge. Primero tomamos el Orlyval (ya no sé si asi se escribe) y saltamos los torniquetes para poder salir en Antony, cosa que nos ahorro 20 euros pero que dejaba nuestro rostro grabado muy de cerca por las camaras de vigilancia. Corrimos para ir a tomar el tren de la linea B del RER, direccion Charles de Gaulle. Como la SNCF estaba en huelga el tren tardo en pasar y se fue parando en todas las estaciones, rumbo al aeropuerto. Jorge aprovecho para romper el hielo mostrandome las fotos que habia hecho de las ciudades por las que habia pasado durante esta, su primera visita a las europas. Bicicletas y estacionamientos para bicicletas de Ámsterdam, pintas y grafitos, okupas, paisajes, caras de vagos europeos, monumentos, edificios, tiendas, zaguanes y cuanta mamada le pareciera digna de un album anarquista. Al llegar al aeropuerto salimos de la estacion como Juan por su casa gracias a la salida para discapacitados. Jorge no daba crédito porque necesitaba sentir que violentaba materialmente la ley, cosa que no se logra ciertamente atravesando por la puerta de discapacitados. En fin, lo importante es que ya nos habiamos ahorrado otros 20 euros.

Ya en el aeropuerto tomamos el tren que conecta internamente a Charles de Gaulle y pasadas las dos de la tarde estabamos por fin frente al mostrador de Vueling. Jorge no perdio tiempo y echo mano de su inglés (el francés no lo habla ni de chiste) y la empleada con cara de what le contesto que mejor le hablara en español. Les explicamos que teniamos una reservación y que veniamos desde Orly por culpa del Corte Inglés, donde los patrocinadores del Chilangoandaluz financiaron amablemente nuestro viaje a Sevilla, que nuestra reserva inicial con Air Europe habia sido cancelada y que en realidad teniamos una reservación con ellos (los de vueling) Le di a la senorita el boleto de tren (el que pagué en vano para venir desde Poitiers) donde habia apuntado una clave de reserva que el Appu me habia dado por teléfono. Resulto que solo Jorge tenia un lugar en el vuelo que despego a las 12, asi que volvi a llamarle al Appu desde un teléfono publico, luego de que hubiera agotado el saldo de mi celular en el desmadre del Corte Inglés, para preguntarle el numero de mi reserva con vueling (por alguna extrana razon nosotros eramos los unicos que no teniamos los datos correctos de las reservas) y nos fuimos a sentar en unas sillas "art deco" que nos estaban haciendo ojitos desde la zona de alimentos. Apenas instalados una chica vino a preguntarnos qué ibamos a tomar. Jorge como que no entendio lo qué pasaba y yo le contesté a la chica que nos trajera dos cafés cortados. Para entonces ya me habia percatado de que nos habiamos venido a sentar en uno de los restaurantes mas chics de la Terminal 3 del Aeropuerto. Y pues ni modo ya estabamos ahí y nada me costaba invitarle un cafecito a mi nuevo camarada. Minutos después el Appu me mando un mensaje con la clave de mi reserva en Vueling y me confirmo que efectivamente tendriamos que salir hasta el dia siguiente al mediodia y que nos perderiamos la pluscuampoesia de los Pluscuamperfectos. Qué putada, volvio a decir. Lo peor es que cuando pedi la cuenta me percaté (como dicen los tiras del DF) de que nos habian dejado caer cada café en 3 euros 10. Pagué y regresamos al mostrador para cambiar nuestro vuelo para el dia siguiente. Luego de repetidos intentos en que las empleadas intentaron meternos un cargo extra por el equipaje, cosa que no lograron, pagué en total 100 euros por el cambio de las reservas que, esta vez, los patrocinadores del chilangoandaluz no tendrian la amabilidad de reembolsarme.

Ya eran las 3 de la tarde y no habiamos comido nada. Convenci a Jorge de que tendriamos que regresar a Paris para encontrar comida a un precio mas o menos razonable. Tomamos el trenesito que comunica el Aeropuerto y esta vez el acceso para discapacitados del RER B estaba cerrado. Saltamos los torniquetes y, una vez mas, las camaras de vigilancia nos hicieron una foto in fraganti. Mediadora después nos bajamos en la Gare du Nord y le dimos a pie rumbo a una zona incierta donde me acordaba que habia unas "epicerias" bastante accesibles en precio. Cuadras mas al norte me di cuenta de que estabamos acercandonos peligrosamente hacia el barrio de "Sacre Coeur". Para no caer en garras de los chacales que ya antes me habian intentado talonear en las cercanias del famoso templo donde Amelie Poulain hacia dar vueltas a sus enamorados, torcimos por una avenida bastante transitada, justo donde estan todas las tiendas de telefonia celular pirata. Seguimos rumbo al norte entre tiendas de ropa africana y alimentación exotica. Como ibamos platicando sobre no sé qué tema, las calles nos pasaban desapercibidas. Finalmente dimos con un supermercado mediano. Entramos y tomé un carrito. Antes de meter nada adentro consultaba primero con Jorge, quien se dio cuenta inmediatamente de que en Francia las cosas eran mucho mas caras que en el resto de Europa. Compramos una baguette con semillas de no sé qué, una botella de vino tinto, un queso brie, para que Jorge lo probara (ademas de que era el mas barato), una barra de chocolate, un paquete de 10 rebanadas de jamon, un paquete de lechuga y un tarro de mostaza para tener algo qué embarrar en el pan y que de paso nos hiciera recordar pobremente el sabor de algo picante. Mientras nos dirigiamos a la caja me percaté (como dicen los tamarinos) de que Jorge deslizaba el chocolate sobre un estante. No dije nada, pero me sorprendio encontrar, cuando pagabamos en la caja, que el mismo chocolate seguia entre nuestras cosas. No entendi nada pero comencé a sospechar que algo pasaba. Pagué y salimos. Ahora la mision era encontrar un lugar agradable para hacernos unas tortas. Vimos una placita con dos bancas y un contenedor de basura entre dos calles que hacia una pequena esquina en el barrio. Como ya moriamos de hambre fuimos a sentarnos de espaldas al basurero. Jorge saco un trapo que traia en su mochila y lo puso de mantel, luego extrajo un vaso de té arabe donde servimos vino y cada uno se dispuso a preparar su torta. El pan correspondia a la calidad comun de las baguetes francesas. Mientras comiamos reparé en el atuendo de mi companero. Guantes a medio dedo, de trotamundos, como los del Intenso, el célebre Jorge Alan Hernandez; abrigo gris raido por los hombros y una especie de bufanda hecha nudo en el cuello. El pantalón hacia notar que desde hace no sé cuanto tiempo no pasaba por la lavadora. Podiamos pasar perfectamente como vagabundos y de hecho lo éramos ante la mirada de soslayo de los transeúntes parisinos. El banquete nos sacio rapidamente, el vino no era de mala calidad, a pesar de que aparentemente solo nos habia costado un euro con 80 centavos. El frio de la tarde comenzaba a calar fuerte y nos tomamos el vino lo mas rapido que nos fue posible para evitar que se enfriara. Ya saben que es de mal gusto beber el vino tinto a menos de 6° centigrados. Decidimos llevar otra botella para el camino y regresé a la tienda. Fue entonces cuando me percaté (como dicen los pitufos) de que en realidad el vinito que habia seleccionado costaba en realidad 3 euros 10, eso explicaba la cuenta de 10 euros. Al salir Jorge me platico que habia camaras de vigilancia incluso para cuidar los contenedores de basura del supermercado. Vigilaban asi, según me explico, de que nadie tomara los productos que diariamente la tienda arrojaba a la basura por la cercania de la fecha de caducidad. Resulto que la barra de chocolate que le habia visto deslizar en la estantería se la iba a volar pero que decidio dejarla finalmente cuando se dio cuenta de que ya habia varias miradas de los vigilantes de la tienda sobre de él.

Mientras terminabamos de comer me percaté (como dicen los policletos) de cuantas calles de Paris comenzaba a conocer sin recordar jamas como habia llegado hasta ese rincón. En este caso, miré la esquina y los edificios. Los autos, el ruido, algo parecido a un rumor mecanico y cai en cuenta de que en Paris no hay gorriones como Piaf que vengan a amenizar la hora feliz de los mas pobres. En estos dias estaba de moda y se mostraba en muchisimos carteles la propaganda de la pelicula "La Mome". El frio era inclemente. Limpiamos y nos fuimos al metro. Como era la primera vez que Jorge venia a Paris tenia que enseñarle un poco la ciudad. Quiso que fueramos a las Tullerias pero al salir del metro nos percatamos (como dicen los mordelones) de que a esa hora ya estaba cerrado el jardin. Ni pedo, se perdio la foto obligada en la entrada del Louvre. Le dimos a pata hacia donde nos llevara el destino. Poco mas tarde llagamos a los Campos Eliseos pero nos dimos prisa para evitar la zona mas capitalista de Paris torciendo nuestro camino rumbo al Sena. Nos paramos en el Puente Nuevo (donde no hay amantes) y escupimos repetidas veces hacia el rio, por lo menos lo hice yo, pensando en la ausencia del Compañero (si estuvieras aqui, cabron) y Jorge se puso a filosofar sobre los franceses y su moral de la estética (a ver si no termino diciendo una burrada)… en Paris se tiene la obligación de ser bello, la conclusión. Cuando se me seco la garganta y ya no nos interesaba la chica en traje de baño que estaban fotografiando con toda la parafernalia de los profesionales y no profesionales (turistas claro esta) en la acera del frente, caminamos hacia la Torre Eiffel atravesando por uno de los barrios mas "nice" de Paris. Frente a un supermercado habia un grupo de gente revisando los contenedores de basura. Al pasar a un lado, vimos un paquete de pan arabe entre la basura del suelo y Jorge se regreso a tomarlo. Un hombre entre el grupo de gente que recogia los desperdicios del capitalismo le llamo y le dio otros dos paquetes de pan. Ya entrados en confianza le senalé un chorizo que seguia en el suelo y lo tomo. Revisamos los paquetes y abrimos uno que se habia caducado hace pocos dias. Yo todavía no tenia hambre pero tome el padazo que Jorge me ofrecia y lo probé solidariamente. Nos instalemos en una de las bancas que ponen debajo de la Torre Eiffel y Jorge se puso a hacer fotos luego de haberse llenado con el pan y el chorizo. Dejamos nuestras mochilas en la banca y nos pusimos a observar la herreria de las torres. Apenas unos segundos mas tarde un comando de la armada francesa comenzo a sacudir nuestros bultos dejados sobre la banca con la sospecha de que hubiera bombas en el interior. Regresé como una flecha y les dije que eran nuestros y los tomé antes de que los hicieran explotar. Cruzamos el sena rumbo al campo Marte y subimos hasta las escaleras del museo para tener una mejor perspectiva en cuanto encendiaran las luces multicolores de la Torre. Abrimos el vino, que desafortunadamente ya estaba a mucho menos de 6° centigrados y comenzamos a darle justo cuando las luces se encendieron. Una pandilla de adolescentes colombianos se sacaba fotos a nuestro lado y nos dimos cuenta que venian bien armados de alcohol. Cuando nos acabamos la botella decidimos ir a talonear a los muchachos. Ellos, gentilmente, nos ofrecieron de su vino y nos inundaron con preguntas porque estaban muy contentos de encontrar con quien platicar. Las muchachas se sabian e memoria los capitulos de “El Chavo” y ya pedas, nos pedian que les cantaramos unas rancheras. Jorge les enseño sus fotos y el vino se fue acabando. Yo temia que estuviera pensando en echarse a alguna adolescente. Cuando era evidente que habia llegado la hora de despedirnos comenzamos a fotografiarns y a intercambiar los correos. Nunca recibi nada, ni un correo. Un muchacho, ya pedo, le pidio a una lugareña que estaba cercana cerca que nos sacara una foto, y una vez hecho abrazo a la muchacha. Desasfortunadamente el novio llego en bicicleta y comenzo a haerla de a pedo. Primero con su novia, a la que se llevo a una banca, y luego con el adolescente. Los colombianos no hablaban francés. El tipo llego y se lanzo contra el agazajador. Le pregunto si hablaba francés y yo le dije de inmediato al camarada, en español, que no le contestara nada. Luego el guarro pregunto, english y volvi a decirle que no le contestara. Como era evidente que el tipo lo queria madrear le dije que no hablaban francés y que mejor le llegara. Pero el muy maricon no queria pedos conmigo en razon de mi mamadez y volvio contra el chamaco, esta vez a explicarle con mimica que a su novia no la tocara so pena de recibir una putiza. Y que como estaba en su barrio podia venir con su banda a romperle sus camaras. Mira nada mas qué puto, hasta sus amenazas eran de una niña. "te vamos a romper tu camara" No me imagino lo que sentiria este pseudogandalla si callera en mi querida Panti. Como yo era el unico que entendio me cagué de la risa por lo idiota de su amenaza y me volvi a poner en frente del tipo para que le brincara conmigo, si queria. Yo ya queria madrearlo. Se hizo pendejo otra vez y le pregunto al colombiano: english. Y el otro guey le contesto italiano, porque resulta que los muchachos estaban estudiando en Italia. El agresor le dijo que no tocara a su mujer y que Italia era una mierda. Se fue cuando yo me cagaba de risa en su cara pero a mi ni me pelaba. Los colombianos se fueron y me quedé con Jorge. El otro tipo se la seguia haciendo de a pedo a su novia y ya picados, Jorge y yo decidimos ir a buscar alcohol a la Bastilla. Entramos al metro por una puerta de salida y en quince minutos llegamos. Compré cuatro chelas en una tienda de un chino que tiene un anuncio de que no se vende alcohol después de las 10 pero que lo vende de todas formas y te dice con señas que te lo escondas. El Chino ni siquiera habla francés. Fuimos a tomarnos las primeras dos a las escaleras de la Opera de la Bastilla y de inmediato fue cayendo la banda pesada. Primero llego un tipo con una botella de vino rosado, luego una dolescente, y al final dos marroquíes, todos en su propio viajes y todos hasta el huevo. El del vino rosado comenzo a malviajarse porque no le aceptamos de su vino y comenzo a ponerse agresivo con Jorge porque no hablaba francés. Desafortunadamente solo yo le entendia y procuraba desviar su atención haciendole preguntas sobre cualquier cosa. Luego comenzo a decir que era una falta de respeto no aceptar la hospitalidad de quien te ofrece un mendrugo de pan o un surbo de vino y los marroquíes se metieron en la platica para decirle que no mamara. El adolescente aprovecho para comenzarme a preguntar si no conocia no sé que canciones de rap, mientras que a mis espaldas se estaba discutiendo el destino de mi camarada. A pesar de mis esfuerzos el muchacho no se callaba. Jorge saco el chorizo y comenzo a darle unos llegues. Luego me lo paso a mi. Como el ofendido ya se habia calmado un poco uno de los marroquíes me pregunto que si estabamos en la calle. Como todos ahí estabamos locos le dije que no por precaucion y agregué el choro de que dormiríamos en casa de una amiga. Me contesto que en los ojos de Jorge se veia que estabamos en la calle. Ahora resultaba que este guey también resulto vidente. Yo me dije a mis adentros que no solo en sus ojos. Como el tipo ofendido volvio con el sonsonete de la afrenta por su vino, el cual ya se habia acabado le recordé a Jorgue que pronto cerrarian el metro. Como ni se entero de que su vida estaba pendiendo de un hilo me ofrecio de nuevo el chorizo, sin albur. Le di unas mordidas para bajarme la peda y el adolescente empezo otra vez a preguntarme sobre cantantes de rap. El marroquí me dijo que podiamos quedarnos con él si queriamos e insistio en que estabamos en un barrio peligroso. Le contesté que no se inquietara, que sabiamos como cuidarnos y, como era evidente que en pocos minutos el ofendido del vino iba a saltarle encima a Jorge para degollarlo con un alambre, seguramente. Le dije que la banda estaba muy loca y que mejor le llegabamos. Nos metimos al metro saltando sobre los torniquetes y, justo cuando ibamos a torcer por un pasillo que lleva al anden de nuestra direccion nos percatamos (como dicen los tamarindos) de que un pasillo adelante, rumbo a la otra direccion, estaba la tira pidiendo los boletos. Hicimos como si nada y torcimos por el pasillo nuestro. Con los huevos en la garganta le corrimos hasta el andén y nos metimos al metro antes de que nos alcanzara la tira. Llegando al Campo Marte intentamos meternos en la carpa que habian instalado para ver los partidos del mundial de Rugby (el cual no ganaron finalmente estos huele quesos) y nos percatamos de que el sitio estaba completamente enrejado y de que habia perros sueltos alrededor. Mientras bordeabamos los jardines para buscar otra entrada, Jorge noto el carrusel que esta frente a la Torre Eiffel y fue e jalar las barreas de metal con que lo bloquean para que no se metieran a dormir los vagos como nosotros; luego jalo la malla de cuerda con que cubren la estructura para que no se metan ni las hojas y se metio deslizandose por abajo. Ya instalado en el segundo piso del carrusel me dijo que hiciera lo mismo y que dejara como estaba al principio cuando ya estuviera adentro. Sacamos los sacos para dormir, agarramos las mochilas de almohada y nos dispusimos a hacer la meme. Yo ni los zapatos me quité por miedo al frio. Con el gusto a grasa que el chorizo me habia dejado en la garganta no tardé en quedarme dormido. De vez en cuando despertaba para acomodarme la mochila bajo la cabeza y encontrar la mejor posición y mirar pasar por la avenida las luces muertas de Paris. Luego de que finalmente me encapullé me quedé profundamente dormido. Desperté a eso de las seis de la manana por el ruido de una maquina cortacésped que pasaba al lado y minutos mas tarde me volvi a dormir. La mañana ya era evidente. Antes de las 9 me desperté y me senté en una de las bancas del carrusel para reacomodar mis cosas. Jorgue se dio cuenta de que desperté y le dije que lo esperaba a fuera. Cuando Sali no pude dejar de ver la torre Eiffel frente a mis narices y pensé que jamas habia imaginado pasar una noche frente al símbolo de Paris, a la manera de los verdaderos bohemios. Le dije a Jorge que no se olvidara de sacar una foto del carrusel y la torre del fondo para ensenarle al Appu donde habiamos dormido gracias al comité organizador del encuentro chilango andaluz; que no tuvo la gentileza de avisarnos que nos habian cambiado la reservación, pero cuando Jorge salio y ni caso me hizo. Le dije que me echara aguas mientras me aventaba una miada atrás de la taquilla del carrusel, donde muy pronto los turistas harian filas interminables con sus camaras fotograficas y algodones de azucar en la mano. Se imaginaràn que durante la noche los vagos como nosotros se meten a dormir? Les llegara un olor a bohemia entre los caballos de juguete? En estos pensamientos comenzaba a abstraerme mientras que los orines salian calidamente de mi, cuando a un deportista matinal se paso justo por donde yo estaba. Reprimi el placer a mitad de la miada y me la meti en los pantalones sin haberla sacudido. Para el segundo intento Jorgue puso mas atención y pude orinar a gusto. Enfilamos hacia el campo Marte de espaldas al sol. Nuestras sombras se dibujaban palidamente sobre los escalones junto a la de la Torre Eiffel. A mediodia tomariamos el avion con destino a Sevilla. Desde las copas de los arboles los gorriones cantaban.